martes, 28 de octubre de 2025

(tú eres mi sí)

entre cada latido

(tu nombre)

se derrama lento,

como si el universo

hubiera aprendido a decirme —suavemente— vive


no hay cielo

ni palabra

que te contenga;


solo este temblor

que ocurre cuando

mi alma tropieza con la tuya,


y el mundo (de pronto)

se vuelve tan pequeño

que cabe

entre tus dedos.


si el amor fuera una coma,

yo elegiría detenerme

en ti.

sábado, 25 de octubre de 2025

La locura me visita los martes

 La locura me visita los martes,

no los lunes, porque respeta el tedio.

Toca la puerta con los nudillos de una madre

que perdió a su hijo en una plaza pública.

No entra. Me mira. Y se va.

Pero deja encendida la lámpara rota

donde habitan las moscas.


A veces la confundo con Dios

porque se esconde igual de bien.


Yo no estoy loco.

Solo que la ciudad me habla

cuando no hay nadie en la calle.

Y el semáforo parpadea como si tuviera epilepsia

o tristeza.

Y los perros huelen mi sombra

como si supieran que está vacía.


He probado todos los medicamentos,

todos los templos,

todas las madres.


Y sigo aquí.

Escribiendo con el puño lleno de dientes,

con la lengua rota de tanto silencio,

con el cerebro como un cuarto de motel

donde alguien murió y nadie limpió.


No hay cura.

Solo hay papel.

Y el papel es el espejo donde me hablo

para no gritarle al techo.


La locura es este poema.

Y tú, que lo lees,

estás a punto de contagiarte.

Evangelio para un perro muerto en la autopista

 el cielo no responde

a los que escribimos con tinta de vómito

y quemamos las cartas de amor

para calentarnos las manos rotas

en estaciones sin trenes.


el alma,

ese chiste sin gracia,

se arrastra por los callejones de santiago

con los ojos en blanco

y la boca llena de números de teléfono

que ya nadie contesta.


ayer soñé que era Kerouac

pero con tuberculosis espiritual,

vomitando palabras en un motel

donde la Biblia estaba abierta por el Apocalipsis

y la lámpara chorreaba LSD.


¿quién nos bautizó con gasolina?

¿quién nos enseñó a amar a la velocidad de la luz

y a morir de sobredosis de silencio?


una mujer me dijo en coruña:

“los poetas ya no existen,

solo quedan adictos con buena caligrafía.”


y yo creí en ella,

como se cree en las sirenas

cuando ya te estás ahogando.


los ángeles —

si aún quedan —

se esconden en baños públicos

y no saben rezar,

solo tartamudean versos de Ginsberg

mientras se inyectan con restos de luna.


yo sigo caminando,

arrastrando este cuerpo como un cadáver amable,

escribiendo evangelios

para perros muertos

que nadie entierra.

jueves, 23 de octubre de 2025

DEVORACIÓN DEL VERBO

 He abierto mi cráneo

como una lámpara enferma

para que salga el humo del pensamiento.


El alma —esa lombriz luminosa—

se arrastra por mi lengua

y me dicta nombres que no existen.


¡Oh Dios desdentado del aire!

me disuelvo en tu saliva de óxido,

me desarmo en tu respiración sin órganos.


No hay cuerpo,

solo un temblor que sueña con ser materia.


He comido mis huesos,

he dormido en la garganta del trueno,

y aún oigo el tambor del dolor

golpeando la pared de mi sombra.


Quiero incendiar el silencio,

hacer del grito una arquitectura,

del espasmo una plegaria.


Porque ya no queda rostro,

solo el estallido de lo que fui

cuando el lenguaje se pudrió dentro de mí.

YO NO NACÍ DEL VIENTRE

sino de una

úlcera mental

con garras,

con dientes,

con pus de universo.


¡Arránquense los párpados!

la luz es un crimen

que se perpetra en silencio.


¿Quién me dio este cuerpo?

Este saco de nervios

que chilla en sueños

y se pudre con cada pensamiento.


No hay Dios en mi saliva,

sólo espinas,

¡sólo vómito de siglos!


¿Y tú?

—lector hediondo—

te bebes la palabra

como si fuera vino,

cuando es

sangre coagulada

del verbo que se suicidó

al decir: yo soy.


Yo no soy.

Soy el cuchillo que se niega a cortar,

el alarido sin garganta,

la sombra del útero antes del útero.


¡No recen por mí!

Escúpanme

en la frente,

con amor.

Porque yo,

yo soy

el cadáver que aún respira

con dientes

de fuego.

sábado, 11 de octubre de 2025

Te busco donde arde la sombra

Te busco donde arde la sombra,

donde la carne se hace humo

y el corazón se pudre lento

como una fruta olvidada en la mesa.


Te busco en la taza vacía,

en el ruido del reloj que no perdona,

en la cama que aún guarda

tu forma de tormenta.


No sé si eres mujer o incendio,

si tus muslos son tierra o cuchillo,

si tus besos me curan

o me entierran.


Yo te amo con los huesos,

con el miedo,

con las uñas llenas de noche.

Te amo como los locos gritan en la calle,

como los perros lamen la herida

que no cierra.


Tienes un jazmín entre las piernas,

y una luna morada en la espalda.

Cuando caminas, el mundo se rompe

como un espejo maldito.


¡Ay, amor!

Si supieras cuántos muertos he sido

para llegar a este instante

donde tu aliento me salva

y me condena. 

El final no hace ruido

anoche

cenamos

sin hablarnos

pero pasaste la sal


y yo

la agarré

sin tocarte la mano


te fuiste a dormir

antes

apagaste la luz

del comedor


y ese gesto

fue más triste

que cualquier adiós

dicho a los gritos


esta mañana

los dos

hicimos la cama

como si todavía

valiera la pena


pero las sábanas

no tenían

nuestro olor


tenían

el de nadie


y mientras te ponías los zapatos

yo pensé:

esto es el amor

cuando se va —

no grita

no muerde

no rompe la puerta


solo se pone el abrigo

y no pregunta

si volvés tarde

miércoles, 8 de octubre de 2025

No te dije nada

No te dije nada

cuando saliste por última vez.

Llevabas esa forma tuya de irte

como si ya lo hubieras hecho antes.


Te vi cerrar la puerta

y pensé en los platos sucios,

en el café frío

y en la cama que aún olía a ti.


No te detuve.

No porque no quisiera.

Sino porque aprendí

que los cuerpos no se quedan

cuando la cabeza ya se ha ido.


Después,

fui al supermercado.

Compré lo de siempre.

Menos tu yogur de fresa.

Entre la herida y la botella

Te pienso en la sombra, en el rincón donde el tiempo se pudre lento, como un verso de Gelman que no encuentra luz, como un trago amargo que ...