Te busco donde arde la sombra,
donde la carne se hace humo
y el corazón se pudre lento
como una fruta olvidada en la mesa.
Te busco en la taza vacía,
en el ruido del reloj que no perdona,
en la cama que aún guarda
tu forma de tormenta.
No sé si eres mujer o incendio,
si tus muslos son tierra o cuchillo,
si tus besos me curan
o me entierran.
Yo te amo con los huesos,
con el miedo,
con las uñas llenas de noche.
Te amo como los locos gritan en la calle,
como los perros lamen la herida
que no cierra.
Tienes un jazmín entre las piernas,
y una luna morada en la espalda.
Cuando caminas, el mundo se rompe
como un espejo maldito.
¡Ay, amor!
Si supieras cuántos muertos he sido
para llegar a este instante
donde tu aliento me salva
y me condena.
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