sábado, 19 de julio de 2025

Ella se fue y el cenicero quedó lleno


ella se fue

sin cerrar bien la puerta

como si supiera que yo

la iba a dejar abierta de todas formas.


no gritó.

ni siquiera lloró.

solo me miró como si ya no valiera la pena

ni romper un plato.


dejó su cepillo

su taza de café

y una nota que no decía nada importante.

ni siquiera un "cuídate".

ni siquiera un "jódete".


yo me quedé sentado

en calzoncillos,

fumando el último cigarro

con un vaso de vino barato

que sabía a lunes por la mañana.


pensé en llamarla,

pero solo para que me diga

lo que ya sé:

que no soy tan difícil de olvidar.


la televisión encendida sin sonido,

el gato mirándome con desprecio,

la cama todavía tibia

pero más sola que nunca.


uno cree que el amor duele,

pero lo que duele de verdad

es el eco.

el eco de su risa en el pasillo,

el eco de sus pasos alejándose,

el eco de uno mismo

repitiéndose que está bien

cuando no lo está.


la vida sigue, dicen.

sí.

como sigue un tren sin frenos

que ya no tiene a nadie esperando en la próxima estación. 

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