Dos cervezas tibias y un gato cojo
El ventilador hacía un ruido de mierda y aún así no enfriaba nada. Era agosto. Los días olían a sudor viejo y a grasa de hamburguesa rancia. Tenía dos cervezas tibias en la mesa, un cenicero lleno y un gato cojo durmiendo bajo la silla. El alquiler vencía en tres días y la inspiración en tres meses.
Llamé a Marta, no sé por qué. Supongo que el estómago me rugía más de soledad que de hambre.
—¿Qué querés? —contestó sin emoción.
—Una buena conversación. O una mala. Me da igual.
—Estás borracho.
—Estoy vivo. Que es peor.
Colgó.
Encendí otro cigarro y miré por la ventana. Afuera, el mundo seguía como si no se diera cuenta de que uno se estaba desmoronando en un cuarto de alquiler. Siempre pasa eso. Te desmoronás y nadie aplaude. Ni siquiera hay música de fondo. Solo el zumbido de un ventilador barato y el eco de una mujer que ya no te soporta.
Me puse a escribir, no porque creyera en la literatura, sino porque era eso o empezar a hablarle al gato. Y el gato nunca respondía. Solo me miraba como si supiera todo, pero no le interesara nada.
Escribí sobre Marta, sobre la vez que se quedó dormida en la bañera con una botella de vino entre las piernas. Escribí sobre mi viejo, que me decía que los hombres de verdad no lloran, y después lloraba cuando creía que yo dormía. Escribí sobre una noche en que gané 400 dólares en las carreras y me los gasté todos en putas, cerveza y una camisa de seda que todavía huele a perfume barato.
A las tres de la mañana, la cerveza ya estaba caliente y yo ya estaba más sobrio de lo que quería. El gato me miró y estiró una pata.
—¿Qué opinás vos, eh? —le dije.
No dijo nada, claro. Ningún animal sensato se mete en los asuntos de un tipo que escribe sobre su miseria.
Me acosté en el sofá con la camisa abierta y el corazón también. Pensé en Marta, en el viejo, en el alquiler. Y en cómo todo esto no es tan grave si uno lo escribe bien.
O al menos con algo de estilo.
¿Querés que le meta más vino, más mujeres o más desilusión? O quizás un relato más largo. Estoy listo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario