sábado, 19 de julio de 2025

El Barro También Llora

 Y entonces fue cuando me caí, así, de boca, como un perro apaleado, sin fuerza ni orgullo ni hambre siquiera, que ya es decir, y me quedé ahí, en medio del barro, el barro que me chupaba los huesos como si supiera algo que yo no, como si estuviera vivo, ese barro sucio, inmundo, más limpio que mi conciencia igual, eso sí, y me reí, me reí fuerte, porque no me quedaba otra, porque la dignidad ya se me había ido con las últimas monedas y los gritos de la patrona la noche anterior, que si esto que si lo otro que si la vida no era para estúpidos, y claro que no lo era, tenía razón la bruja, pero igual seguíamos todos, como estúpidos, más estúpidos que las ratas que huyen del barco, porque nosotros nos quedábamos, sí, nos quedábamos, hundiéndonos, saludando, llorando, y me dolía la pierna pero no quería levantarme, no, porque arriba era peor, arriba estaban los hombres, los de verdad, con sus relojes y sus discursos y sus trajes de hambre, y yo qué iba a decirles, ¿que también soñaba?, ja, como si eso valiera algo, ¡soñar!, qué palabra de mierda, más hueca que el estómago de un huérfano, y vino un chico a mirarme, uno con los ojos como platos, sin miedo, claro, aún no sabía nada, y me dijo "¿estás bien?", y qué iba a decirle, si bien no estaba nadie, ni él, ni yo, ni el mundo, pero le dije que sí, por no matarle el día, y me levanté, con el barro colgándome como un pecado tibio, como si dijera "te acompaño", y seguí, cojeando, riéndome otra vez, por dentro, porque eso es todo lo que queda: una risa torcida que nadie escucha, pero te mantiene vivo, justo al borde, justo ahí.

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Loida

 loida— llevo tu corazón(lo llevo en mi pecho) jamás sin él donde voy tú vas, mi dulce; y todo lo que hago sólo tú lo haces, mi amor no temo...