sábado, 19 de julio de 2025

sangre

Me despierto con un clavo en la lengua.

No me lo pusieron: nació ahí.

Las paredes se retuercen como lombrices borrachas de sol,

y un anciano vestido de gusano me grita desde dentro del estómago:

¡No digieras! ¡No digieras!


El aire huele a teatro muerto.

Un escenario donde los actores vomitan palabras

que nadie quiere oír.


Me arranco el pensamiento como quien se arranca una muela,

y lo lanzo al suelo:

sangra, ríe, se arrastra.

No hay dios,

solo ruido.

Y el hueso que grita mi nombre desde adentro del cráneo.

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