[mujer sus zapatos, los cuatro, así sin mas no alcanzan para vestirla. En todo caso siempre tiene ese color tan aire, tan a ciegas, articulador de lo hermoso y que emana arena de estrellas que sienta tan bien si se esnifa, trineos violetas que estallan, estanques donde contemplar la verdad sumergida, azul y ahogada la verdad, por sus propias manos, mujer. mujer sus zapatos azules tienen ese andar tan ahogado. Sí, los cuatro, a un tiempo.]
hundimos la nariz como perros de presa
tras el rastro del corazón de nuestra
generación perdida
y lo hallamos agonizando
en el centro de la noche
en las bocas desertoras
en manos de poetas que
escriben su poesia con sistemas
bien estudiados
pulcros y aseados
con todos sus dientes y
hermosas manos palidas.
a cambio entregamos en ofrenda
nuestro corazón a la noche
y nuestros latidos
para traer al sol
pero el sol agonizaba
en las ventanas sin pulso
de la aurora
de nuestra generación perdida
en la luna
de nuestros tiernos suicidas.
Y decidimos sumarnos al desfile
hacia la cima de la gran montaña
dónde el olvido espera
por nuestras extraviadas almas
hijos de esta generación perdida.
esta mañana
no se oyeron las flores y
la afilada hierba
como pequeñas chuchillas
despellejó
todo lo que se tendio sobre ella
pajaros de ollín
permanecieron estáticos
en un denso cielo
semejante al humo gris
de las chimeneas de la fabricas.
esta mañana
el viento se desplomo
sobre las calles,
y coches y transehuntes
quedarón aplastados contra el empedrado.
los cristales de los coches
estallaron en mil tozos de granizo
que relucian sore las calles
pero no hubo tormenta esta mañana.
esta mañana final
de adios en la estación.
esta mañana
se desplomo sobre las vías
y no se oyeron las flores
y el viento no soplo.
